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martes, 19 de noviembre de 2013

UNA IDEA DE LA ETERNIDAD DEL TIEMPO



     Hablar del tiempo es hablar sobre los tres tiempos en que este aparece ante nuestros sentidos comunes: pasado, presente y futuro, y a modo de síntesis podemos decir que el pasado ya no existe y que el futuro es una posibilidad incierta. Lo que sí existe es el presente continuo. Nosotros somos  el resultado de pensamientos, sentimientos y acciones pasadas, viviendo el presente continuo. Y cuando nos referimos al presente continuo, decimos que para ello habría que hablar de la vida y de la muerte, ya que si yo creo que la vida termina con la muerte del cuerpo físico todo termina en esta vida, pero si tomo a la vida como el presente continuo, entonces puedo empezar a sentir la inmortalidad del Ser, que es lo único que tiene vida propia, todo lo demás está sujeto a los continuos cambio y transformaciones.
    Ilya Prigoyini, nacido en Moscú, obtuvo el Premio Nobel de química en 1977 por sus contribuciones a la  termodinámica del No-equilibrio, particularmente por su teoría sobre las energías disipativas, que tienen que ver con el tiempo y el proceso evolutivo de todo ser vivo. De acuerdo a una interpretación personal que hago del tema, vamos a ver esto relacionado con la Ley de la Renuncia asociándola a la Ley de la Vida.
     Si todo está regido por leyes eternas de nacimiento, desarrollo, muerte y vuelta a  surgir, ¿Es reversible o irreversible el tiempo? es decir ¿lo que fue volverá a ser o nunca más volverá a ser como antes? Para ilustrar esto, como ejemplo, tomo una manzana para comerla y me pregunto: ¿Será similar a la que comieron una vez Eva y Adán o el Faraón, el Cesar  o cualquier ser humano a través de la historia que haya comido alguna vez manzanas, hasta el día de hoy?
     Se dice que el tiempo no pasa, que es sólo duración, es eternidad, y que nosotros, como la manzana, pasamos por el tiempo en un proceso de muertes y nacimientos, de continuos cambios y transformaciones, pero el Tiempo permanece detrás de las continuas muertes y nacimientos, como si fuera la fuerza del devenir, impulsando al espíritu que anima a cada ser vivo. Cuando el espíritu irrumpe en el presente, o sea cuando nace, empieza a desplegar todos sus atributos hasta que muere y vuelve a nacer.
     Esta manzana, del ejemplo, se manifestó en ciclos reversibles o sea que nació, murió, volvió a nacer y a morir y así siguió y sigue viva. De la misma forma Adán, que representa el primer ser humano, se reprodujo y sigue vivo a través nuestro: en un sólo ser humano está representada toda la humanidad.  Lo que es irreversible es la flecha del tiempo: viene del pasado y va hacia el futuro, sólo que se manifiesta en el presente continuo, en el eterno presente. Por eso decimos que el tiempo no pasa, que nosotros pasamos por el tiempo  desplegando los atributos de nuestro espíritu, que son nuestros aspectos físicos, sentimentales, mentales, etc.
¿Tenemos conciencia de ello? ¿Cuáles son los atributos de mi espíritu que pude desplegar hasta hoy en este mundo, mi forma de pensar, de amar  y que exhibo a los demás y me sirven para relacionarme?   
 Si el tiempo es eterno ¿Precisamente entonces porqué cambiamos y evolucionamos?
     ¿Existe entonces esa Flecha del tiempo que marca una sola dirección, lineal del pasado hacia el futuro únicamente?... si es así ¿Porqué los que tuvieron experiencias cercanas a la muerte se encontraron con seres queridos de su pasado, que no han cambiado sus atributos, o sea, sus aspectos, desde que abandonaron el mundo físico? ¿Existirán en su memoria únicamente?
     Pienso sobre los que tuvieron experiencias cercanas a la muerte y que se encontraron con seres queridos que no han cambiado su aspecto, como que se conservaban en el tiempo y me pregunto si será porque uno deja de intercambiar energías con el medio ambiente al que perteneció o sea la de la vida sobre la tierra, ya que no se podría viajar en el tiempo hacia atrás, la flecha del tiempo tendría una sola dirección. Los que tienen visiones del pasado o del futuro sólo hacen eso: tienen visiones, como si vieran una película, pero no participan como actores.
    Es evidente que el futuro es distinto del pasado: ayer estuvo y hoy ya no existe más. El amigo que murió ayer entró en mi pasado y yo entré en el pasado de él. Para mi el se fue y yo me quedé, pero resulta que para él yo me quedé y el se fue. ¿A dónde se fue? ¿No se quedó en la humanidad? Vivos y muertos son parte de la humanidad. Nadie va a ningún lado solo. Al que hoy condenamos y matamos por sus errores mañana lo encontraremos de nuevo con nuevas oportunidades.
    Pareciera que todo esto tiene que ver con el desorden y el orden, con el equilibrio alcanzado.
    Desde el Caos inicial de la creación, desde el des-orden  hasta la formación del Cosmos u Orden Universal con la formación de galaxias y sistemas solares todo deriva en un Orden materializante cada vez más complejo, en ciclos, y después todo vuelve a repetirse.
    Pero  a su vez cada elemento que existe, un planeta, una planta, una manzana, un ser humano utiliza una energía externa,  intercambia su energía con el ambiente para poder continuar. Tiene que Renunciar parte de su vida, o toda, para dar continuidad a su existencia. Si se acercan al equilibrio, su orden tiende a destruirse.
    Vamos a un Ejemplo Evidente. Cada año se completa un ciclo en la Escuela primaria y los alumnos del último año deben salir, deben romper el equilibrio alcanzado en un año de estudio para poder dar continuidad a la corriente de alumnos que pasan por la escuela. Si no se van, la Escuela con todos sus alumnos alcanzan el equilibrio, por estar completos los cursos: primer grado, segundo etc. pero se destruye la continuidad; nadie podrá pasar de año y nadie podrá ingresar. Es como si uno dejara de comer ¿qué pasaría? se muere. Uno come para que se mueran de viejo algunas células y para que nazcan nuevas, para que continúe la vida del cuerpo. Eso también ocurre con las sociedades, los países y las familias. Si los hijos no se casan y forman otro hogar se destruye la continuidad de la especie humana, por eso cuando uno  se casa y tiene un hijo es más porque lo quiere toda la humanidad y no tan sólo por un simple deseo personal.
      Lo mismo ocurriría cuando uno se muere: la humanidad Renuncia a uno de sus hijos para que no muera toda ella y poder dar así continuidad a la especie humana. Si uno se identifica con la humanidad toda, quizás no sienta a la muerte como un castigo.
     Así como si uno no come, no se renuevan las células y se muere, así también si uno no renueva sus conocimientos, sus creencias, actualizándolas a los nuevos descubrimientos se "muere" en el tiempo.
     En cambio, si vive en la corriente de vida de los continuos cambios a través de la Ley de la Renuncia, que es la Ley de la Vida, entonces vive la eternidad en el presente continuo, porque morirán sus creencias pero no morirá con ella su conciencia que marchará al compás del eterno devenir expandiéndola.
     El tiempo no pasa, es eterno, nosotros pasamos por el tiempo y vivimos su eternidad cuando tenemos conciencia de su existencia, que es lo mismo que tener conciencia de nuestra existencia.

EN ARMONIA CON NUESTRA CONCIENCIA





Una vez me preguntaba ¿Hacia adónde vamos como individuos? Y me respondía reflexionando que vamos hacia un Estado de Conciencia de Cósmico, Universal, construyendo una obra expansiva interior en el ser humano y no exterior.
Pero ¿podemos vivir en armonía con nuestros estados de conciencia a medida que los vamos expandiendo?.
Espiritualmente hablando, podemos decir que la conciencia es como contar con una cámara de filmación.
El conocimiento intelectual es información adquirida en un casete de vídeo y luego la exhibimos.
La Conciencia en cambio es algo vivo, es como una cámara de filmación. Se enciende, observa, y a través de un estado integral del ser, se transmite los mensajes de comprensión, a la mente y al corazón y éstos al cuerpo para que los ejecute. La conciencia quiere que uno esté, en cuerpo y alma, donde ella quiere que esté, que viva como ella le indica, llevada por la intención.
La vejez, la enfermedad y la muerte siempre estuvieron presente en la humanidad, y la historia dice que cuando el Buda los Vio, se preguntó como liberarnos del sufrimiento que ello provoca.
¿Que ocurre si no vivimos de acuerdo con la expansión de conciencia que provoca el Ver la realidad? Nos inquietamos, no tenemos paz interior.
¿Porqué es tan difícil vivir de acuerdo a los dictados de la conciencia expandida?
Pareciera que en la vida cotidiana, después de la comprensión de un estado de conciencia superior vienen los obstáculos a nivel inferior o deseos no dominados, que impiden que la intención de la conciencia sean ejecutados por la mente y el cuerpo. Se imponen los deseos y uno fracasa. El Buda descubrió esto y dijo que de lo que había que liberarse, en definitiva, es de los deseos.
Por Ej.: Si uno realmente toma conciencia de ser vegetariano, nunca más volverá a ser el de antes. La comprensión plasmada por ese Estado de Conciencia construye un modelo integral, que pasa por la mente y se plasma en el cuerpo: la operación que realizamos es inconsciente, pero es real. Qué pasa cuando uno después come carne, llevado por los gustos y deseos no dominados; el cuerpo los rechaza y se enferma, se intoxica. Siempre vamos a tener dificultades que nos van a impedir que vivamos en paz, con nuestro cuerpo al menos. Lo mismo ocurre con otras acciones. Uno puede tener un Estado de Conciencia que le permite comprender el aspecto negativo que tiene el egoísmo, pero puede tener una acción egoísta llevada por el sentido posesivo. Después, cuando se silencian los sentidos y el Estado de Conciencia vuelve a ocupar su lugar, uno se siente mal, no tiene paz, se arrepiente de como pensó y actuó, por que se dejó llevar por el egoísmo.
¿Que nos queda por hacer entonces?
No podemos trabajar directamente con la intención, sino con el Orden que nos rige. Lo primero sería ejercer nuestra voluntad y decidir liberarnos de la ignorancia.
Así, lo primero que surge es la necesidad de contar con un sentido trascendente para la vida que oriente los esfuerzos de la voluntad a través de un método de vida identificado con las Leyes Universales, el Orden superior que rige la vida en el cosmos. Una verdadera ascética de vida, que provoque el desenvolvimiento espiritual del alma, que permita controlar los pensamientos, los sentimientos y las acciones para poder vivir en paz y armonía; con uno mismo, con la humanidad y con Dios.
Los seres humanos que recorren un Camino Espiritual dicen que la Obra Espiritual que realiza el ser humano en sí mismo, en la tierra y en el cosmos es de orden inconsciente y está animada por la intención y la intención realizada en la vida cotidiana nos da el grado de conciencia alcanzado.
Por eso la intención tiene que estar lanzada por la aspiración más noble que alma pueda anhelar: unirse a Dios, lo Absoluto, la Unidad, el Supremo Acedor, el Gran Arquitecto, el Amor a la humanidad.
La Obra que realiza un ser humano está más allá del alcance de sus manos. Podemos decir que está Más allá de lo Evidente, porque llega hasta donde llega su intención, ya que ella, la intención, es la que nos gobierna desde un Estado de Conciencia.
En la tierra al menos, el único Juez verdadero del ser humano es su conciencia. El secreto de la paz interior es aprender a vivir en armonía con ella, con nuestros Estados de Conciencia. ¿Será por eso que a veces nos negamos a tomar conciencia de la realidad que nos rodea? Porque la toma de conciencia trae implícito el compromiso, la obligación de vivir acorde con ella.
De esta manera arribamos a lo siguiente:
Si uno es capaz de vivir en armonía de acuerdo con su Estado de Conciencia Personal, vivirá en paz con uno mismo.
Si uno es capaz de vivir en armonía con su Estado de Conciencia Social, vivirá en paz con uno mismo y con la sociedad.
Si uno es capaz de vivir en armonía con su Conciencia Planetaria vivirá en paz con uno mismo, con la sociedad y con la humanidad toda.
Si uno es capaz de vivir en armonía con su Estado de Conciencia Universal, Cósmico, vivirá en paz con uno mismo, con la humanidad y con Dios, porque vivirá integrado al Todo, a la Unidad, participando conscientemente de la creación.

martes, 28 de diciembre de 2010

EGOENCIA

¿Hacia dónde vamos?
Vamos hacia la Unión de la Conciencia Individual con la Conciencia Cósmica.
Algún día todos llegaremos a la Unión con la Conciencia Cósmica mediante la expansión del estado de conciencia individual y el amor.
¿Cómo nos aproximamos a ese estado?
Egoencia expresa un estado del alma: significa perfecta individualidad, pero expansiva y participante, con un sentido trascendente de la vida; con la familia, la sociedad, la humanidad, el cosmos, lo divino.
El ser humano marcha hacia la divinidad luchando entre las posibilidades intelectuales exactas y el libre fluir de la intuición, entre las limitaciones de los factores biológicos y de herencia y las posibilidades que anhela realizar, siempre oscilando entre pares de opuestos: poder y no poder, evolución y estancamiento, ser y no ser.
Para sobreponerse a la lucha entre los pares de opuestos es indispensable que el ser humano se conozca a sí mismo. Cuando uno se pone en contacto con su verdadera identidad cambia la manera de ver la realidad. Los aspectos superficiales de nuestra vida pierden la gran importancia que solíamos darle y sólo los problemas fundamentales adquieren valor. El ser humano se hace egoente, comienza a valorar su individualidad espiritual, su ser real.
El alma descubre que lo que ella creía su yo no es más que una personalidad exterior formada por la combinación de una serie de hábitos de pensar, de sentir, de expresarse y de interpretar la vida, a veces adquiridos conscientemente y otras en forma inconsciente y automática.
Ella comprende claramente que su personalidad exterior no constituye su verdadero ser. Es así que los problemas fundamentales se presentan con toda su magnitud. Ella los resuelve en su propia vida a través de la reserva y transmutación de la energía, de la pureza de los sentimientos y de la claridad de las ideas.
El ser humano egoente, entonces, aprende a enfrentar los problemas que afligen a todos los seres humanos, atendiendo siempre a las cuestiones fundamentales. Cuando se concentra la atención en asuntos egoístas y de importancia relativa se gasta inútilmente la energía y se aumenta la confusión de ideas y sentimientos. En cambio, cuando se concentra la atención en los aspectos fundamentales de la vida, se pueden descubrir las causas de los problemas del mundo y colaborar en su solución con participación efectiva, amor expansivo y trabajo desinteresado.
Cuando el alma se reconoce a sí misma y se fija espiritualmente en su interior, descubre las posibilidades de su egoencia. Ese descubrimiento se manifiesta como expansión interior e irradiación espiritual, y es lo que distingue la realización espiritual de las desviaciones místicas. Las desviaciones inducen al alma al encierro dentro de un goce egoísta que no le permite realizar nada efectivo para ayudar a los demás. Esto muestra que el alma no está recorriendo el camino del desenvolvimiento interior.
La felicidad interior da a la vida espiritual un valor efectivo porque inspira y mueve al alma hacia la acción noble y desinteresada.
A través del reconocimiento de su ser real y de su continua expansión interior, el alma multiplica sus fuerzas y abre su conciencia al universo. Ya no percibe como opuestos la grandeza de la eternidad y la pequeñez del ser humano; en su interior esos extremos aparentes se unen en un estado simple de ser.
Cuando el alma se descubre a sí misma, se hace egoente, toda disparidad desaparece, toda contradicción tiene un valor relativo porque ella permanece en la Conciencia Cósmica, participando del conocimiento de lo divino.

LA VOCACION ESPIRITUAL

El Despertar Espiritual

Todos los seres humanos sienten en algún
momento de su vida, el deseo de ser mejor y mas
bueno: el resplandor de la Vocación Espiritual alumbra
la mente del buscador. Es el momento del Despertar
Espiritual, de progresar, que se presenta una sola vez
en la vida del ser humano.

¿Cómo reconocer el Despertar de la Vocación
Espiritual? Los seres humanos vivimos y nos esforzamos  en el mundo movidos por alguna vocación.

Las vocaciones humanas están relacionadas con la
actividad, con la acción de las personas. Por ejemplo
un docente tiene vocación para enseñar, un médÍco
para curar, un músico para ejecutar la músÍca, etc.
Estas vocaciones generalmente identifican al ser
humano con lo que hace y ello constituye el sentido de
su vida, su destino y puede ser realizado o no.

En general se puede decir que el destino de una
persona esta determinado por su vocación. Así, un
médico vivirá como otros médicos, se reunirá con
otros médicos y concurrirá al círculo de los
médicos. Lo mismo ocurre con escritores, poetas,
pintores, actores, políticos, músicos, etc. Para que se
cumpla el destino es necesario realizar la vocación.

Hay otra Vocación, más amplia, profunda,
integral, que abarca todos los aspectos de la vida del
ser humano afectando su sentido de Ser y se llama
Vocación Espiritual. La Vocación Espiritual es la
fuerza que le permite al ser humano unirse a Dios.

 La Vocación Espiritual es diferente a las demás
vocaciones porque define un sentido de vida mas allá
de las acciones: implica el desenvolvimiento espiritual
del alma incluyendo sus actos, sus pensamientos y
sentimientos. Pero la Vocación Espiritual por sí sola
no es suficiente para lograr el desenvolvimiento espiritual y alcanzar la Unión Divina: hace falta un esfuerzo acorde con la Vocación para que esta pueda ser cumplida en el mundo.

Las almas que sienten el llamado de su Vocación
Espiritual tienen también un destino pre-establecido:
vivirán de acuerdo con su Vocación. Realizar la
Vocación Espiritual es realizar el destino del Alma:
Unirse a lo Divino.

La Vocación de Renuncia es una Vocación
Espiritual y las almas que la poseen no descansan
hasta encontrar el Camino donde puedan realizarla.

La Vocación de Renuncia es la fuerza que impulsa
al alma hacia la Unión Divina y el Camino de la
Renuncia es la línea que traza el desenvolvimiento
espiritual del alma hasta consumar dicha Unión.