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martes, 19 de noviembre de 2013

EN ARMONIA CON NUESTRA CONCIENCIA





Una vez me preguntaba ¿Hacia adónde vamos como individuos? Y me respondía reflexionando que vamos hacia un Estado de Conciencia de Cósmico, Universal, construyendo una obra expansiva interior en el ser humano y no exterior.
Pero ¿podemos vivir en armonía con nuestros estados de conciencia a medida que los vamos expandiendo?.
Espiritualmente hablando, podemos decir que la conciencia es como contar con una cámara de filmación.
El conocimiento intelectual es información adquirida en un casete de vídeo y luego la exhibimos.
La Conciencia en cambio es algo vivo, es como una cámara de filmación. Se enciende, observa, y a través de un estado integral del ser, se transmite los mensajes de comprensión, a la mente y al corazón y éstos al cuerpo para que los ejecute. La conciencia quiere que uno esté, en cuerpo y alma, donde ella quiere que esté, que viva como ella le indica, llevada por la intención.
La vejez, la enfermedad y la muerte siempre estuvieron presente en la humanidad, y la historia dice que cuando el Buda los Vio, se preguntó como liberarnos del sufrimiento que ello provoca.
¿Que ocurre si no vivimos de acuerdo con la expansión de conciencia que provoca el Ver la realidad? Nos inquietamos, no tenemos paz interior.
¿Porqué es tan difícil vivir de acuerdo a los dictados de la conciencia expandida?
Pareciera que en la vida cotidiana, después de la comprensión de un estado de conciencia superior vienen los obstáculos a nivel inferior o deseos no dominados, que impiden que la intención de la conciencia sean ejecutados por la mente y el cuerpo. Se imponen los deseos y uno fracasa. El Buda descubrió esto y dijo que de lo que había que liberarse, en definitiva, es de los deseos.
Por Ej.: Si uno realmente toma conciencia de ser vegetariano, nunca más volverá a ser el de antes. La comprensión plasmada por ese Estado de Conciencia construye un modelo integral, que pasa por la mente y se plasma en el cuerpo: la operación que realizamos es inconsciente, pero es real. Qué pasa cuando uno después come carne, llevado por los gustos y deseos no dominados; el cuerpo los rechaza y se enferma, se intoxica. Siempre vamos a tener dificultades que nos van a impedir que vivamos en paz, con nuestro cuerpo al menos. Lo mismo ocurre con otras acciones. Uno puede tener un Estado de Conciencia que le permite comprender el aspecto negativo que tiene el egoísmo, pero puede tener una acción egoísta llevada por el sentido posesivo. Después, cuando se silencian los sentidos y el Estado de Conciencia vuelve a ocupar su lugar, uno se siente mal, no tiene paz, se arrepiente de como pensó y actuó, por que se dejó llevar por el egoísmo.
¿Que nos queda por hacer entonces?
No podemos trabajar directamente con la intención, sino con el Orden que nos rige. Lo primero sería ejercer nuestra voluntad y decidir liberarnos de la ignorancia.
Así, lo primero que surge es la necesidad de contar con un sentido trascendente para la vida que oriente los esfuerzos de la voluntad a través de un método de vida identificado con las Leyes Universales, el Orden superior que rige la vida en el cosmos. Una verdadera ascética de vida, que provoque el desenvolvimiento espiritual del alma, que permita controlar los pensamientos, los sentimientos y las acciones para poder vivir en paz y armonía; con uno mismo, con la humanidad y con Dios.
Los seres humanos que recorren un Camino Espiritual dicen que la Obra Espiritual que realiza el ser humano en sí mismo, en la tierra y en el cosmos es de orden inconsciente y está animada por la intención y la intención realizada en la vida cotidiana nos da el grado de conciencia alcanzado.
Por eso la intención tiene que estar lanzada por la aspiración más noble que alma pueda anhelar: unirse a Dios, lo Absoluto, la Unidad, el Supremo Acedor, el Gran Arquitecto, el Amor a la humanidad.
La Obra que realiza un ser humano está más allá del alcance de sus manos. Podemos decir que está Más allá de lo Evidente, porque llega hasta donde llega su intención, ya que ella, la intención, es la que nos gobierna desde un Estado de Conciencia.
En la tierra al menos, el único Juez verdadero del ser humano es su conciencia. El secreto de la paz interior es aprender a vivir en armonía con ella, con nuestros Estados de Conciencia. ¿Será por eso que a veces nos negamos a tomar conciencia de la realidad que nos rodea? Porque la toma de conciencia trae implícito el compromiso, la obligación de vivir acorde con ella.
De esta manera arribamos a lo siguiente:
Si uno es capaz de vivir en armonía de acuerdo con su Estado de Conciencia Personal, vivirá en paz con uno mismo.
Si uno es capaz de vivir en armonía con su Estado de Conciencia Social, vivirá en paz con uno mismo y con la sociedad.
Si uno es capaz de vivir en armonía con su Conciencia Planetaria vivirá en paz con uno mismo, con la sociedad y con la humanidad toda.
Si uno es capaz de vivir en armonía con su Estado de Conciencia Universal, Cósmico, vivirá en paz con uno mismo, con la humanidad y con Dios, porque vivirá integrado al Todo, a la Unidad, participando conscientemente de la creación.

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